“Un hombre tiene que tener siempre el nivel de dignidad por encima del nivel del miedo”. Eduardo Chillida.
Enrique Romero.
Esta semana los diarios norteamericanos publicaron la declaración del jefe de la oficina de la presidencia de México, Francisco Guzmán, en la que de manera implícita da a entender que el gobierno de Enrique Peña Nieto estaría dispuesto trabajar con Donald Trump si éste llegara a ganar la presidencia de los Estados Unidos.
Los diarios norteamericanos destacan, sorprendidos, que los ex-presidentes mexicanos, Vicente Fox y Felipe Calderón, han tenido duras críticas al candidato republicano por hacer de los ataques a los mexicanos su principal plataforma electoral. Calderón ha etiquetado la campaña de Trump como “racista”, en tanto que Fox lo ha llamado “loco” y acusado de ser “una vergüenza para su partido” el Republicano, mientras que el presidente actual parece dispuesto a trabajar con el polémico político en caso de ganar las elecciones.
Como resultado del “Super Martes”, queda claro que la pelea electoral en Estados Unidos está entre Hillary Clinton y Donald Trump. La mayoría latina podría ser la diferencia que dé el triunfo a Hillary, pero no puede descartarse que, en un acto de estupidez política –algo que no es exclusivo de los mexicanos-, Donald Trump pudiera hacerse de la presidencia de nuestro poderos vecino; de ahí el “pragmatismo” del gobierno de Peña Nieto, aunque acá en Chiapas a eso se le conoce como “falta de coyoles”.
Hasta el gobierno de Luis Echeverría, la política exterior mexicana era lo mejor que tenía el sistema político mexicano; era un referente internacional y México era considerado como el líder y portavoz de América Latina, porque no estaba sometida a la agenda e intereses de los Estados Unidos; porque además era nacionalista, como nacionalista fue Lázaro Cárdenas. Nos oponíamos al embargo a Cuba, hablábamos de la libre determinación de los pueblos. Hoy ya nada es igual, México ha perdido calidad moral en política exterior desde Salinas de Gortari y el tratado de libre comercio.
Hoy no solo no defendemos postulados de naciones libres, sino que enviamos como cónsules a delincuentes como Fidel Herrera, cónsul “impresentable” en Barcelona –así lo llamó la revista Proceso-, cuyo hijo hace pingues negocios en Chiapas, ligado a los Zetas y con una historia de corrupción y saqueo que solamente es superada por su actual sucesor en la gubernatura de Veracruz, el ladrón y asesino de periodistas, Javier Duarte; como también ejerce de cónsul en Orlando, Florida, Juan Sabines Guerrero. Nuestro servicio diplomático representado por la crema y nata de la corrupción; o al servicio de otros grandes corruptos, como cuando la SRE se dedicó a “rescatar” a Moreira de la justicia española, exgobernador también señalado por sus nexos con los Zetas.
Un presidente con dignidad, que además viene de un partido que en su origen tenía la bandera del nacionalismo, como es el PRI, no puede, no debe, comenzar a “bajarse los calzones”, ante la posibilidad de triunfo de Donald Trump. Es paradójico que los dos expresidentes panistas, un partido etiquetado de derecha y acusado por el PRI de ser proclive a los intereses norteamericanos, sean los que salgan a defender el honor nacional, vapuleado por Trump, un payaso que en sus actos de campaña se sube a un ring en el que aparenta luchar y vencer a los mexicanos, unos tipos ataviados con sombrero y jorongo, en una ridícula parodia.
A un personaje así, racista y ligado al KKK, neonazi, se le critica, se le combate, no se le ofrece una mano medrosa, “por si llega a ganar”. Eso manda un mal mensaje al electorado americano, eso es señal de debilidad. Y aunque el funcionario de Peña Nieto evitó referirse a Trump por su nombre, el hecho de decir que “el gobierno mexicano trabajará con el candidato que resulte ganador”, implica por supuesto a Donald. Eso es inaceptable.
Si bien es cierto que la relación económica entre México y los Estados Unidos alcanza actualmente los 530 billones de dólares, también en cierto que esa relación es sustancialmente más favorable para los americanos, quienes se quedan con “la tajada del león”. El tamaño de la economía mexicana permite adoptar una posición más firme.
Lo que los mexicanos que viven en Estados Unidos contribuyen a la economía y desarrollo del vecino país, no es valorado por el gobierno de Peña Nieto, porque no lo usa de argumento contundente y porque no sale a defenderlos del precandidato que los llama “narcos” y “violadores”, cuando dos mexicanos, Iñarritú y Lubezky, ganan el “Oscar” y critican el racismo de Trump quien, además, propone una muralla divisoria pagada por el gobierno mexicano. ¿Cómo entonces siquiera pensar en trabajar con un estúpido racista de esa calaña?
¿Dónde quedó el nacionalismo y la dignidad de los mexicanos? Por muchísimo menos Cuba hizo frente durante décadas al acoso y embargo norteamericano, sin tener la planta industrial mexicana, sin tener el tamaño de su economía, ni los millones de compatriotas que viven en el Coloso del Norte, ni el vasto mercado interno para no depender tanto del comercio exterior, que diversificado, no nos somete a los Estados Unidos.
El problema para Peña y sus “Reformas Estructurales” es que parecen estar diseñadas por el vecino del norte; es por ello que se desmantela Pemex y la CFE, que las gasolinas americanas entraran libremente a México, cuando tuvimos las reservas monetarias suficientes para instalar refinerías y abastecer el consumo nacional de combustibles.
El nacionalismo ha estado ausente de la agenda presidencial. Ello sin hablar del endeudamiento, que en lo que va del sexenio llega a 500 mil millones de pesos y se tiene previsto que en este año se contraten préstamos cercanos a los 600 millones de pesos. ¿Es el dinero, y no los intereses de los mexicanos, la prioridad de Peña Nieto?
En otro orden de ideas, ya se realizó en Tapachula el foro nacional para las Zonas Económicas Especiales, que buscan reactivar la economía de estados pobres y de alta marginación como lo es Chiapas, es una propuesta del gobierno federal, y los foros son a iniciativa del Senado de la República, con Luis Armando Melgar, como presidente de la comisión de productividad, al frente de este foro en el que se recogieron los puntos de vista de los sectores productivos y sociales de la zona del Soconusco y de la Costa, donde tendría impacto este proyecto.
El problema es que la pobreza de Chiapas es generalizada y las ZEE son muy focalizadas. Falta un proyecto de mayor alcance, como el propuesto por el también senado chiapaneco Zoé Robledo, para la generación de mayores inversiones y empleos en toda la geografía estatal, con estímulos fiscales para la hotelería y otros servicios turísticos, donde hay un potencial aún no detonado como Palenque y San Cristóbal de las Casas.
Pero también hace falta, para concretar la propuesta de Peña Nieto, que el estado garantice estabilidad política y paz social, pues nadie se atreve a invertir donde un día sí y otro también hay tapes carreteros, manifestaciones y revueltas, crecimiento de la inseguridad, y ajusticiamientos como el del regidor de Comalapa. ¿Quién invierte en municipios donde el edil es un capo de la mafia y ajusticia a sus enemigos políticos, quién donde la autoridad está coludida con el crimen organizado, o por lo menos financió sus campaña políticas? El de Comalapa no es el único, eso lo saben o por lo menos lo intuyen muchos chiapanecos.
El presidente del Congreso del Estado, Eduardo Ramírez, rindió homenaje al “Benemérito Chiapaneco”, don Ángel Albino Corzo, en ocasión de su bicentenario. El ilustre chiapaneco, junto con Benito Juárez luchó por el establecimiento de las Leyes de Reforma. Honor a quien honor merece. Sólo que habría que recordar a algunos políticos chiapanecos que las leyes de Reforma establecieron el estado laico, la separación entre el estado y la iglesia, lo que implica también la libertad de culto, pues se abandona el concepto de “religión oficial”. Desde el gobernador, tan zalamero con el Papa Francisco I, hasta el diputado Leonardo Girao que hace de sus eventos actos religiosos con presencia de pastores evangélicos, se están pasando “por el Arco del Triunfo”, las leyes de Reforma que le dan dimensión histórica a don Ángel Albino Corzo, homenajeado por el líder del Congreso. “Cosas veredes, mío Cid”…
También ERA esta semana rindió homenaje al exgobernador Juan Sabines Gutiérrez –cuyo defecto más notable fue su hijo Juanito- en ocasión de su aniversario luctuoso. Juan Sabines, padre, es de grata memoria a los chiapanecos, con su estilo sencillo y expedito de gobernar. La sencillez de Sabines, como la habilidad política de don Patrocinio, bien les caería a muchos miembros del actual gabinete de Velasco. La historia debe servir para emular las experiencias exitosas y para aprender de los errores del pasado.
Se quedan varios temas en el tintero, pero la errónea política exterior, carente de dignidad, de Peña Nieto me obligó a desviarme y desatender los asuntos de la política chiapaneca y me consumió el breve espacio, diría Pablo Milanés, por lo que no me resta sino despedirme de mis tres lectores. Hasta la próxima entrega, abur!!!